Recientemente un equipo de investigación del Instituto de Nanotecnología de Twente (Países Bajos) ha diseñado un dispositivo asombroso. Se trata de un disco digital capaz de almacenar información durante un millón de años sin sufrir ningún tipo de pérdida de datos. Este descubrimiento, que por lo demás se parece bastante a un DVD convencional, puede ser rayado, incendiado y pisoteado con furor ya que, debido a su increíble dureza y estructura de grabación, se mantiene inevitablemente intacto. Gracias a este recipiente a prueba de bombas, se ofrece por primera vez un soporte ideal para asegurar un legado. Un contenido único que se mantendrá invulnerable y listo para ser reproducido generación tras generación durante los siglos venideros.
Sin embargo, a pensar de contar desde ahora con esta maravilla de la durabilidad, los científicos implicados se han encontrado a continuación con un segundo problema relacionado. Y es el siguiente: ¿qué merece la pena almacenar en el interior de este disco inalterable para ser comunicado sin variaciones a lo largo del tiempo? O dicho de otro modo, ¿qué mensaje vale lo suficiente como para resistir 574 grados centígrados y que las llamas no abrasen cada una de las palabras que lo componen?
A la hora de ponerse de acuerdo en qué salvar de la destrucción del devenir, el arte parece buen candidato para la supervivencia del ya llamado “disco inmortal”. Réplicas digitales de la Mona Lisa, de la estructura arquitectónica de las pirámides de Egipto o de El Quijote pasarán a ocupar parte de su capacidad de memoria. Pero eso no es suficiente para explicar el enorme carácter humano en sus múltiples facetas.
Qué decir, en qué momento y de qué manera, aunque sea en un tiempo mucho más cercano, es la especialidad de las agencias de Comunicación. En el caso de LEWIS, se nos ocurren unas cuantas ideas para asegurar este legado de futuro. Si quieres que te las contemos, prueba a conocernos. Lo más probable es que nos ganemos tu confianza de aquí a dentro de un millón de años.