Últimamente los mensajes, escritos o orales, carecen de esa credibilidad que hace años tenían implícita. Las empresas y sus marcas buscan tener un discurso creíble, ya que es parte importante de su comunicación. Si lo que intentas comunicar es muy espectacular, pero carece de credibilidad, difícilmente vas a conseguir alcanzar tus objetivos.
Entonces, ¿cómo conseguimos hacer mensajes creíbles? Una buena manera es fijándonos en como es el receptor y en los detalles que se desprenden del emisor. Tal y como el profesor Joan Costa ha enseñado a miles de sus alumnos, debemos centrarnos y trabajar en los siguientes puntos.
El conocimiento previo del receptor acerca de la empresa o marca emisora
Es más creíble una empresa o marca conocida que una no conocida. Por ejemplo, en esta página web del diario Polonés http://www.fakt.pl/ podemos ver un anuncio de Artresan Active (al menos para la autora de este post, un producto desconocido) y otro de Michelin. En este caso, al no entender el texto, me infunde más credibilidad el anuncio de Michelin que el de Artresan Active.
La valoración precedente o la imagen mental que la marca o empresa tenga creada ya en la mente del receptor
No será más creíble una marca con una imagen sólida, que una marca que prácticamente se acabe de crear. Por ejemplo, ¿cuál de estos dos logotipos os merece más credibilidad?
El caso es que ambos pertenecen a la misma compañía: Viajes Iberia, que acaba de cambiar su nombre de marca y su logo. A partir de ahora se llaman Vibo. Por este motivo, y para no perder credibilidad están acompañando el cambio de nombre con una intensa campaña de vinculación a la antigua marca: “Ahora Viajes Iberia es Vibo”.
La previsibilidad
Si la empresa tiene una trayectoria positiva constante o ha ido haciendo altibajos. La credibilidad se va ganando con el tiempo, con una comunicación acertada y bien dirigida. Y cualquier error puede suponer un paso atrás… o varios.
La configuración del mensaje
También debe ser tenida en cuenta. Debemos trabajar tanto los factores retóricos (la argumentación, los axiomas, el discurso en general) como los formales (el aspecto visual, las imágenes, los colores…).
La credibilidad no empieza en el mensaje que las empresas o marcas comunican, sino en ellas como emisor, la notoriedad que vayan ganando, la trayectoria que vayan dibujando y la valoración que los receptores se vayan creando de estas. Es por este motivo que debe ser trabajada dentro de una estrategia global y no como algo que aparezca solo, como consecuencia del interés de nuestro mensaje o de nuestro encanto personal.